En este artículo, el primero de todos, me ha parecido importante dirigirme a todos aquellos que piensan que el Yoga no es para ellos. A todas aquellas personas que, cuando me comentan alguna de sus dolencias (físicas, mentales o las dos) les sugiero que prueben el Yoga, me contestan cosas como «uf, si yo soy más rígidhayo que una piedra» o «imposible, no puedo estarme quieta».
Estas dos frases se corresponden con dos de las ideas preconcebidas más extendidas sobre el Yoga:
- El yoga es para gente flexible;
- El yoga es para gente tranquila.
Empezamos con el primer mito «el Yoga es para gente flexible» en el que veremos que para hacer Yoga no hace falta ser Boomer y donde aclararemos el auténtico objetivo del Yoga que, no, no es la flexibilidad.
La imagen que la mayor parte de la gente tiene sobre el Yoga es una chica joven, tipo contorsionista, haciendo posturas imposibles. Esta es, efectivamente, la imagen que envían las portadas de las revistas de Yoga. De ahí, la gente concluye erróneamente que para hacer Yoga, hay que ser flexible.
La flexibilidad ¿una ventaja?

La flexibilidad no es ni una ventaja ni una desventaja para hacer Yoga, nociones de competitividad que no tienen cabida en el Yoga. La flexibilidad es simplemente una consecuencia del Yoga, uno de los tantos beneficios del Yoga, que sin duda puede ayudar a realizar ciertas posturas.
De hecho, demasiada flexibilidad puede dificultar las cosas. Este es el caso de las personas hiperlaxas, que traen «de fábrica» unas articulaciones excesivamente flexibles; ej.: al estirar los codos, estos se abren excesivamente hacia el exterior. Yo soy una de estas personas y puedo afirmar que, contrariamente a lo que la gente cree, tener una flexibilidad excesiva puede resultar más dificultoso que no tener apenas. Es más difícil retener el movimiento que trabajar su amplitud. Sigue leyendo →